Aprender haciendo, aprender jugando
Son muchos los años que he dedicado, como especialista de Educación Infantil, a mejorar y contribuir en el desarrollo físico, sensorial, intelectual, afectivo, social y moral de los niños. Por mi experiencia, he podido comprobar que el juego es una de las fuentes de aprendizaje, en todos los niveles, y, a mi parecer, la esencial, así como el medio en el que basarnos para facilitar y optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde una edad temprana.
La neurociencia ha descubierto que la forma más eficaz de aprender en estas primeras edades y, durante gran parte de la vida, es aquella que nos emociona y vincula con el entorno y el juego, favoreciendo, así, el desarrollo integral del niño.
Conocer su importancia desde una edad temprana y las formas de acompañarlo, como padres, nos ayudará a permitir que los más pequeños, den lo mejor de sí mismos.
Jugar es, por tanto, la principal actividad de la infancia y, en esta actividad, el adulto, su grupo de iguales, los juegos y juguetes o recursos que aportemos, tienen un papel muy importante.
El juego incide en diferentes aspectos del desarrollo infantil:
Desarrollo de la capacidad representacional
El juego permite al niño desarrollar su capacidad representacional, la capacidad simbólica, experimentar emociones y reconocerlas en otros, desarrollar modelos de comportamiento que luego le ayudarán en su relación con los iguales… Por tanto, lo más importante es cerciorarse de que el niño pase mucho tiempo jugando en estas edades tempranas.
Es la forma de aprender y practicar, así como de desarrollar habilidades y actividades que posteriormente serán necesarias para la vida adulta.
En mi práctica diaria tomo a Piaget, padre de la psicología infantil, entre otros autores en los que baso mi metodología diaria, como pueden ser María Montessori, Francesco Tonucci o Gianni Rodari, como un gran referente. Piaget afirma que el juego ayuda a consolidar los esquemas psicofísicos del niño y, por lo tanto, afianza la evolución de su inteligencia. Por ello, desarrolla las siguientes etapas del juego:
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- Juego sensoriomotor (0 a 2 años).
- Juego simbólico (2 a 6 años).
- Juego reglado (a partir de los 6 años).
Aprendizaje e interacción familiar
El juego es una forma de aprendizaje y de interacción familiar, puesto que es la actividad fundamental a la que dedican el mayor tiempo nuestros hijos e hijas. El juego es la herramienta, que disponen los niños y niñas, para a descubrir el mundo e interaccionar con el entorno. En este sentido Karl Groos define el juego, como:
La forma de practicar habilidades que posteriormente serán necesarias para la vida adulta.
En los primeros años de vida de nuestros hijos e hijas, la interacción dentro de la familia se produce en relación con los hábitos básicos y cuidados de alimentación e higiene, pero rápidamente estos empiezan a relacionarse con el juego. Posteriormente, nuestros hijos e hijas crecen y empiezan a pasar tiempo fuera del hogar, en la escuela y otros ambientes, y al llegar a casa, tienen obligaciones y responsabilidades que cumplir. Por eso, desde la Universidad de Padres apostamos por el juego en familia como una actividad imprescindible, forma de apoyo, interacción positiva, comunicación emocional y tiempo de contacto en todas las etapas evolutivas del niño.
Ese pre-ejercicio se considera lúdico cuando parte de los intereses y necesidades del niño y no cuando es impuesto por el adulto.
Es también importante que el niño aprenda a jugar solo, organice e imagine sus juegos, que juegue con amigos, pero, al igual que con el juego en familia, es necesario la presencia cercana de un adulto, ya sea su profesor o profesora o sus padres, para que supervise esta actividad, observe y aprenda.
El juego de los niños no está orientado a la realidad, no pretende cumplir una tarea ni una instrucción, pero, si dejamos a los niños aprender haciendo por medio del juego, será, sin duda alguna, una fuente de aprendizaje necesario para su buen desarrollo.
Como dijo Jean Piaget:
«El juego es la expresión más auténtica y el medio de aprendizaje más efectivo del niño»
Y es, por ello, que, tal y como, especificó Frost:
«Los niños necesitan tiempo y espacio para jugar porque jugar no es un lujo, es una necesidad».
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