Cómo potenciar la educación ambiental en familia

Con la LOMCE en la mano, comprobamos que las enseñanzas sobre el medio ambiente aparecen de manera transversal en materias como Ciencias de la Naturaleza o Valores Éticos. Sin embargo, hay quienes dudan de su efectividad:

“Si los programas de educación ambiental destinados a colegios e institutos son abundantes, ¿por qué es tan bajo el interés por el medio ambiente? ¿Por qué actuamos de forma absurda y despilfarramos todo a nuestro paso? La gente se deja las luces encendidas, el grifo abierto, tira colillas al suelo, no recicla y, en general, participa en un modelo de consumo basado en usar y tirar. ¿Qué nos pasa? ¿Nos falta Educación Ambiental?”

Por lo tanto, si a nivel familiar consideramos importante el cuidado del medio ambiente, no podemos delegar la enseñanza de este valor en el sistema educativo; tenemos que complementarlo desde casa. Adquirir una conciencia ambiental es un aprendizaje de por vida en el que todos somos maestros y aprendices. Al referirnos a educación ambiental en familia, no queremos decir que los padres “instruyan” a sus hijos sobre este tema; de hecho, muchas veces, los niños tienen más que enseñar a los adultos. Las nuevas generaciones nos llevan la delantera en cuanto a sensibilidad ecológica. Nos toca mostrarnos receptivos.

Tenemos mucho que aprender y mucho que desaprender, sobre todo hábitos cotidianos que debemos cambiar.

La importancia de promover la educación ambiental en familia

La educación ambiental incluye aspectos como el desarrollo sostenible, el reciclaje, el consumo responsable y el conocimiento y respeto de la naturaleza. Son temas muy adecuados para tratar con niños y adolescentes. Lo mejor que podemos hacer los adultos, lo más directo y eficaz, es dar ejemplo y llevar un modo de vida más respetuoso y sostenible. Es en los actos cotidianos donde este aprendizaje cobra sentido: en nuestra forma de hacer la compra, de consumir, de desplazarnos, de tratar a nuestro entorno urbano y natural… El contacto con la naturaleza es fundamental para los más pequeños, y, en un mundo cada vez más digitalizado, un bálsamo para cualquiera de nosotros.

Es fundamental que nos informemos, que aprendamos sobre los problemas ecológicos que nos amenazan y cuál es nuestra responsabilidad en ellos. Y, por supuesto, qué podemos hacer. Muchos gestos, por sencillos que parezcan, están a nuestro alcance y pueden marcar la diferencia.