“En construcción”
Las personas somos seres inacabados y un poco contradictorios. Estamos siempre “en construcción”, lo que resulta maravilloso porque cada día tenemos la ocasión de mejorar, de aprender, de avanzar. No estar terminados del todo nos da la oportunidad de hacernos a nosotros mismos, a nuestro gusto. Pensar que ya lo sabemos todo, creer que no podemos cambiar o tener la convicción que no nos queda nada por conocer, le resta mucho interés y emoción a la vida. Ser uno mismo, en cambio, es un desafío constante.
Uno de mis lemas preferidos de la filosofía siempre ha sido nosce te ipsum, conócete a ti mismo. Algo que puede parecer sencillo, pero que no lo es. Aunque sí apasionante.
Vamos acumulando vivencias, experiencias buenas y malas, relaciones, aprendizajes, decisiones, errores, etcétera, que nos configuran, que nos hacen ser quienes somos. No solo nos afectan todas estas circunstancias externas, sino sobre todo, lo que cada uno, a nivel interior, hace con ellas. La actitud que tomamos, cómo nos narramos lo que nos sucede, influye decisivamente en la marcha de nuestras vidas.
Podemos ver los problemas, las crisis, los conflictos, como estorbos que se empeñan en amargarnos la existencia. O podemos adoptar una actitud estoica y asumir que forman parte de la vida. Ya que nos vamos a topar con dificultades, intentemos, al menos, tener una buena disposición y enfrentarnos a ellas con la mayor cantidad de herramientas y recursos posible.
Con esto no quiero decir que debamos tomarnos todo bien, recibir con una sonrisa los golpes del destino. No defiendo esa especie de positivismo inocente y edulcorado que se vende hoy en día: la “dictadura del optimismo”, como algunos lo denominan. Las emociones negativas son adaptativas y necesarias. Aunque no nos dejemos llevar por ellas, en ningún caso debemos reprimirlas. Enfadarse, llorar de rabia, gritar, entristecerse… son comportamientos normales en situaciones graves. Debemos expresar y permitirnos sentir estas emociones, para después superarlas.
La resolución de conflictos proporciona importantes elementos para el cambio y el crecimiento personal.
¿Cómo podemos prepararnos para hacer frente a las adversidades? ¿Dónde encontramos esas herramientas y recursos? Disciplinas como la filosofía y la psicología nos ayudan a desarrollar estrategias. Resulta fundamental conocerse a uno mismo, debilidades y fortalezas, ser conscientes de que no somos perfectos para así no exigírselo a los demás. El conflicto, como el error, son consustanciales a la vida y al aprendizaje. Si aprendemos de nuestros errores y conflictos, podremos evitar muchos de ellos en el futuro, y sabremos gestionar mejor los que se produzcan. La resolución de conflictos proporciona importantes elementos para el cambio y el crecimiento personal.
Con estas ideas en mente hemos diseñado un taller de solución de conflictos, gratis para los alumnos de la UP, en el que abordamos este tema desde una perspectiva de aprendizaje, combinando la teoría con recursos prácticos. Cuanto más sepamos sobre los conflictos y sus causas, más opciones tendremos para encontrar soluciones positivas y satisfactorias, o incluso para prevenir su aparición.
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David González
13 abril, 2018Me parece muy oportuna la conexión entre conocerse y resolver conflictos. En muchos casos, la resolución del conflicto la tenemos en como interpretamos la realidad desde nuestro prisma.
Mariola Lorente Arroyo
13 abril, 2018Pues sí, efectivamente, en el conflicto siempre hay un componente objetivo (lo que pasa) y otro subjetivo y más problemático, que es cómo cada uno de los implicados se toma o interpreta lo que está pasando. Creo que sería un primer paso para la solución de los conflictos pararse a reflexionar internamente cómo nos está afectando ese problema, porqué nos sentimos mal. Y de ahí dar el salto a pensar cómo lo verá el otro. Con la empatía acercamos posiciones.