Escuela y familia contra el acoso
Un nuevo curso está empezando; un momento que para la mayor parte de los niños y las niñas, para la mayoría de los adolescentes resulta emocionante y alegre, como lo suelen ser todos los comienzos.
Desgraciadamente, esto no es así para todos. Aunque el preocupante tema del acoso escolar suele centrar la atención de medios de comunicación y administraciones después de algún episodio especialmente grave, lo cierto es que pocas veces se hace un análisis profundo de sus causas y de las estrategias que se pueden poner en marcha para prevenir las situaciones de violencia en escuelas e institutos, algo que este verano ha hecho la revista Cuadernos de Pedagogía en su número monográfico “De la violencia al buentrato. Ideas y estrategias para mejorar la convivencia en los centros” (Julio-Agosto 2017, nº 480).
Solemos pensar que las conductas de bullying y otros tipos de conducta violenta, como el vandalismo, la indisciplina, las agresiones a otros miembros de la comunidad escolar o la disrupción en las aulas o el comedor suelen tener lugar en los principalmente en los institutos, durante los años de pre-adolescencia y adolescencia. Sin embargo, las investigaciones más recientes nos dicen que este tipo de comportamientos se inicia ya en las etapas de Infantil y Primaria, y que son especialmente intensos en los cursos superiores de está última etapa. Esto nos indica la importancia de realizar un trabajo preventivo global en todos los niveles educativos, ya que sólo desde la prevención podremos tratar de acabar con los distintos tipos de violencia que se dan en el ámbito escolar.
Evitar el acoso en la escuela
Prevenir es, principalmente, “educar en la convivencia”, y convivir es “respetar y aceptar las diferencias”. También aceptar el conflicto como una parte inherente de cualquier tipo de relación y como una oportunidad para desarrollar “el talento de la convivencia”, uno de los objetivos educativos de los cursos anuales para la Educación del Talento. Las familias, como miembros de la comunidad escolar tenemos que trabajar conjuntamente con la escuela para que la capacidad de vivir bien juntos forme parte del currículo en todas las etapas educativas.
Por otro lado, fomentar en nuestros hijos e hijas las habilidades interpersonales y los valores prosociales, facilitar sus interacciones con los demás, animarles a ser miembros activos, solidarios y participativos de los grupos en los que viven, ayudarles a mejorar sus habilidades de comunicación, a valorar la justicia, a ser generosos y a aceptar y apreciar las diferencias, a crear relaciones basadas en la cooperación y el respeto mutuo, a ser empáticos y a tener en cuenta a los demás, a valorar las normas éticas de convivencia, etc., son algunas de las cosas que podemos hacer para contribuir a educar “a los ciudadanos no solo del futuro, sino del aquí y el ahora”.