Familias reconstituidas: (II parte) ¿Cómo crear convivencias positivas con los hijos de mi pareja?
Ser creativos en familia para crear convivencias positivas
No basta con hacer las cosas correctamente con los hijos de nuestra pareja, hay que mantener una actitud proactiva y creativa que mejore la sensación de felicidad cotidiana dentro de una familia que acepta, respeta, ayuda y comparte la vida.
Para ampliar nuestra propuesta del artículo anterior os sugerimos también estos nuevos consejos y os brindamos unas conclusiones finales:
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Cuidar la inteligencia emocional y social de la familia
- Evitar sentimientos de culpa en los cónyuges que favorezcan el caer en la permisividad como modo de compensación hacia los hijos.
- Facilitar una buena expresión emocional, escucha activa, fluida comunicación y un gran apoyo entre todos sus miembros en los momentos difíciles.
- Mejorar las interrelaciones positivas entre todos, sabiendo ejercitar la empatía y las habilidades sociales.
- Compartir conversaciones a la hora de las comidas o las cenas sin interferencias del televisor ni de otros medios. Y realizar “asambleas de familia” periódicas, donde se revisen las normas de convivencia y se refuercen los logros de cada uno y los éxitos comunes, proyectando iniciativas donde se comparta ocio y retos, alegría y armonía familiar.
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Crear una dinámica familiar de equipo
- Los adultos deben facilitar el paso a esta nueva etapa de familia reconstituida, adoptando un punto de vista normalizado y positivo, evitando los roces y conflictos en lo posible.
- El reto mantenido será ir creando el sentido de pertenencia a una nueva familia, integrando y buscando puntos de unión entre cada uno de los miembros, a través de actividades comunes, viajes, compartiendo confidencias, etc. Haciendo que la relación entre familia biológica y reconstituida sea lo más fluida posible.
- En el caso de que se den conflictos graves, es más adecuado que intervenga el progenitor para evitar que la acción del nuevo cónyuge no sea vista como una intromisión por parte del niño y esto pueda desembocar en más problemas.
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Ser generoso y ecuánime con todos, pero también realista y paciente
- Mantener un liderazgo compartido de la pareja hacia los hijos de unos y otros exige una actitud generosa y ecuánime con cada uno de los miembros, para que nadie sienta celos ni discriminaciones.
- Crear relaciones de complicidad y alegría entre todos los hermanos en juegos y en experiencias como excursiones, viajes y tareas que supongan una contribución de pequeños esfuerzos por su parte.
- Mantener unas expectativas realistas desde el principio, la adaptación es un proceso que requiere de tiempo y de constancia.
Conclusiones:
Se suele decir que el tipo de familia no garantiza la felicidad, pero la calidad de cada una de ellas sí la posibilita. Todas deben tener, entre sus objetivos y funciones irrenunciables, el cuidado y la educación para que los hijos sean “buenas personas y felices”, como pretendemos en la UP, y, para ello, lo más importante es favorecer un clima adecuado y una convivencia más armónica.
Para tratar a los hijos de los otros la clave es lograr poco a poco un “padrinazgo amistoso”. Es decir, mantener una relación equilibrada con los niños entre el parentesco y la amistad, sabiendo compaginar una autoridad responsable y estimulante, con una amistad comprensiva: teniendo siempre presente la labor irrenunciable del padre o la madre no conviviente en el nuevo hogar con respecto a sus hijos biológicos, y no suplantándolo pero tampoco renunciando a la ineludible acción de educar en el nuevo entorno familiar. Es lo que se ha llamado co-parentalidad o pluriparentalidad con el padre o la madre biológica. Es decir, favorecer un estilo parental positivo, compartido y corresponsable.
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