Las destrezas de la voluntad
¿Cómo podemos conseguir que nuestros hijos hagan algo que no tienen ganas de hacer? Nos gustaría que ellos fuesen capaces de decidir y ordenar la propia conducta, que pudiesen llevar a cabo sus planes y proyectos a pesar de las adversidades y dificultades o de los diferentes estados de ánimo. En pocas palabras, queremos que tengan la suficiente voluntad.
No es fácil escapar del influjo de la pereza o la comodidad, dos verdaderos enemigos que constantemente obstruyen nuestro actuar. La falta de voluntad se manifiesta cuando se retrasa el inicio de una labor, cuando no se da prioridad a las actividades más urgentes o importantes y se escogen las que suponen un menor esfuerzo, cuando se proyecta algo pero no se es capaz de llevarlo a la práctica.
Albert Einstein consideraba que existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad. La voluntad no es más que la inteligencia aplicada a la acción. Para la UP no es una facultad innata, sino que se compone de cuatro destrezas, de cuatro hábitos que se aprenden, o no, en los distintos momentos del desarrollo. Todo ello está relacionado con el aprendizaje de la libertad.
Estas cuatro destrezas nos proporcionan un instrumento educativo fundamental, y son las siguientes:
1ª.- Inhibición del impulso
El niño está movido por impulsos que le incitan a actuar. Es importante esta primera destreza para que el niño no pase directamente del ímpetu o del deseo a la acción. Cuando nuestros hijos son demasiado impulsivos, esto les crea diferentes problemas. ¿Cómo podemos educar la impulsividad? Una de las técnicas que tienen éxito es la de las “autoinstrucciones”. Se trata de enseñar a nuestros hijos a darse instrucciones a sí mismo y a obedecerlas. Y la primera orden es: piensa un instante lo que vas a hacer.
2ª.- Deliberar
¿Por qué es tan importante detener el impulso? Porque nos deja tiempo para deliberar, es decir, para aplicar nuestros conocimientos a la situación y comprobar si el impulso nos guiaba por el camino acertado o no. Deliberar supone buscar e inventar las alternativas.
3ª.- Decidir
Tras la deliberación llega la decisión, que supone un salto. En esto consiste la autodeterminación. La toma de decisiones en la adolescencia es un aspecto crítico para un desenvolvimiento saludable; a pesar de la crisis en la formación de la identidad, el adolescente debe evaluar sus alternativas adecuadamente, y al mismo tiempo ir ganando autonomía para el futuro.
4ª.- La ejecución del proyecto
A la hora de realizar el proyecto, debemos tener en cuenta la importancia de dos hábitos que fortalecen dos capacidades: la capacidad de retrasar la recompensa y la capacidad de soportar el esfuerzo.
En cuanto a la capacidad de aplazar la recompensa, debemos enseñar a nuestros hijos a manejar no solamente las recompensas externas, sino las recompensas internas, las que uno mismo puede proporcionarse cada vez que se acerque a una meta.
En relación con la capacidad de soportar el esfuerzo, podemos decir que con frecuencia lanzamos a los niños el mensaje de que las cosas no deberían ser desagradables, con lo cual les estamos diciendo que el aspecto costoso de una actividad es injusto y debería ser evitado. Nuestros hijos deben aprender a dominar el estrés. Nadie puede evitar sentirse estresado, por eso nuestros hijos deben aprender a superarlo. Deben aprender a reconocer las situaciones que les producen estrés y sus señales para resolverlo de forma constructiva.
Debemos insistir en lo que es el núcleo duro de la voluntad: el hábito de obedecer a una norma propia, que funciona además como criterio de evaluación. Aquí aparece entonces el aprendizaje del deber, que es un elemento esencial para la libertad. Lo que nos interesa es fomentar los deberes liberadores, que son un mecanismo para no dejarnos llevar por la presión del momento. Son los contenidos de los deberes, no su función psicológica, los que pueden resultar esclavizadores.
En los cursos de la UP explicamos que los mecanismos de la voluntad se van construyendo a lo largo de la infancia. El niño que aprende a obedecer las órdenes de su madre, acaba dándose órdenes a sí mismo, y así pasamos la vida entera. La autonomía, como su propio nombre indica, consiste en darnos órdenes inteligentes a nosotros mismos y obedecerlas.
«El Misterio de la Voluntad Perdida». J. A. Marina, Anagrama, 1998
“La Educación del Talento”. J. A. Marina. Biblioteca UP. Ariel, 2010
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