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Los plátanos asesinos contra el pensamiento crítico

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El pensamiento crítico es la capacidad para analizar y evaluar la información que recibimos. Además es un modo de pensar específico que utiliza una serie de criterios y herramientas intelectuales para someter a juicio y determinar la validez de razonamientos, opiniones, argumentos… En un mundo saturado de datos y conocimiento, que cambia a la velocidad de la luz y en el que cualquiera puede verter su opinión, se trata de una destreza irrenunciable, que, sin embargo, parece brillar por su ausencia.

Para defender la necesidad de incrementar este tipo de pensamiento, permitidme que os hable de…

“El ataque de las bananas devoradoras de carne”

No es el título de una exótica película de serie Z. Es una información que circuló ampliamente por Estados Unidos entre 1999 y el año 2000. El mensaje explicaba que una partida de bananas procedentes de Costa Rica estaba infectada con fascitis necrosante, una rara enfermedad que “come dos o tres centímetros de carne por hora”, causando amputaciones e incluso la muerte. Para evitar una terrible epidemia (permitida por el Gobierno), el texto instaba a su difusión y, por supuesto, a no consumir bananas o acudir de inmediato al hospital si se había hecho.

El pánico cundió tanto entre la población que el Centro de Control de Enfermedades norteamericano emitió un comunicado desmintiendo el rumor. Esto solo contribuyó a reafirmar la supuesta veracidad de la amenaza. Finalmente, y con el paso del tiempo, el disparate sucumbió a su propia irrealidad y acabó por olvidarse.

¿Qué ingredientes reúne esta historia que la hacen tan ilustrativa? Primero, que toda patraña que se viraliza tiene una parte de verdad. En este caso, la fascitis necrosante y sus síntomas existen y en 1999 causó dos muertes en una ciudad costarricense. Nada de lo demás era remotamente cierto, y, en ningún caso, la enfermedad puede ser contagiada por una fruta. Además, el hecho de que un organismo oficial lo niegue, añade morbo al asunto, dando la sensación de que “hay algo que ocultar”.

Los americanos enviaron el mensaje indiscriminadamente a sus contactos, sin parase a pensar en la verosimilitud del mismo, ocasionando una alarma social innecesaria.

Pero esto no es solo cosa de los estadounidenses ni del siglo pasado. Pensemos en los bulos y cadenas que recibimos -y enviamos- por WhatsApp. El año pasado, una turba enfurecida linchó y quemó vivos a dos hombres a causa de uno de estos mensajes falsos. Muchos de ellos, además, entrañan riesgos para la salud, nos hablan de milagrosos remedios o son timos.

Ante cualquier información, sospechosa o no, deberíamos detenernos unos instantes a tener un pensamiento analítico, a reflexionar. Cuestionar el contenido, contrastarlo, buscar evidencia y no difundirlo a la ligera.

Cómo desarrollar un pensamiento analítico

Eryn Newman, psicóloga experta en desinformación, recomienda que nos hagamos estas simples preguntas:

  • ¿Proviene el dato de una fuente creíble?
  • ¿Otras personas creen en él?
  • ¿Hay suficiente evidencia para apoyarlo?
  • ¿Es compatible con lo que creo?
  • ¿Cuenta una buena historia?

Son muchos los factores, mentales y sociales, que contribuyen a la credulidad y a la reticencia a cambiar nuestro punto de vista o aceptar argumentos veraces que contradicen nuestras opiniones previas: para ahorrar tiempo y energía, nuestro cerebro utiliza la intuición en vez del análisis; nos guiamos más por sentimientos subjetivos que por hechos; tenemos prejuicios y sesgos cognitivos.

Por suerte, el pensamiento crítico posee sus propias armas y es una destreza que se puede desarrollar.

Con este objetivo hemos creado en la Universidad de Padres el taller de pensamiento crítico, en el que vamos a aprender más sobre sus características, cómo aplicarlo y sus implicaciones en diversos aspectos del mundo actual.

 

Tengo la suerte de dedicarme a aprender. Para una licenciada en Filosofía, no se me ocurre nada mejor. En la UP soy investigadora y documentalista, así que leo mucho, escribo e intento estar al tanto de todo lo que tenga que ver con educación, creatividad, adolescencia... Soy muy curiosa y me interesan miles de cosas distintas, desde la fotografía al buceo pasando por el cine y los gatos.

Y tú ¿qué opinas?