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Por qué mantener la ilusión en Navidad

Estamos en Navidad y es casi de obligado cumplimiento mantener la ilusión. Es un momento para recuperar la calma, encontrar momentos de disfrute en familia y conectar de nuevo. 

No debemos renunciar a las posibilidades que nos ofrece esta época tan bonita. La Navidad nos aporta un marco perfecto para fortalecer el pensamiento mágico en los niños y niñas y conectarnos con el niño o niña que un día fuimos.

El pensamiento mágico, que se da aproximadamente entre los 2 y los 7 años, es aquel que hace que los más pequeños no sean capaces de diferenciar lo que sucede en la realidad y en su imaginación. Si ellos han imaginado algo, lo contarán como si fuese real; no nos están engañando, realmente creen que es así. Ese pensamiento es el que hace que esta época se llene de magia ante la idea de que Papá Noel o los Reyes Magos nos visiten por la noche. 

El pensamiento mágico es fundamental para el desarrollo de los niños y niñas. Les ayuda a ser creativos, a desarrollar su imaginación y a comprender mejor sus emociones. Debemos fomentarlo y respetarlo.

A partir de los 8 años comienzan a razonar de un modo mucho más realista. Por eso, es normal que, a partir de esa edad, se empiecen a hacer preguntas y a sospechar que algo de todo esto no les cuadra con su forma más madura de entender el mundo. Al mismo tiempo, con estas primeras dudas, surgen argumentos que desmienten sus propias incertidumbres (yo los vi una noche, seguro que tiene que ser así, etc.) porque, en el fondo, no queremos dejar de creer en la magia de la Navidad. 

Muchos niños y niñas, cuando llega ese momento, lo viven como una decepción, una desilusión o un engaño, por lo que nuestra respuesta debe ayudarles a comprender la realidad, sin que se sientan dolidos y sin renunciar a la ilusión. 

¿Qué podemos hacer para ayudarles a transitar este momento?

Yo os preguntaría, ¿vosotros creéis en la magia? Como adultos somos capaces de diferenciar la realidad de la ficción, pero eso no quita que podamos disfrutar, dejándonos llevar por los efectos especiales de una película o por el espectáculo de un gran mago. 

En este caso, ¿qué sería la magia? Pues tener ilusión, creer en algo sin cuestionarlo, ni intentar comprenderlo, no porque nos estén engañando, sino porque nos sorprende y divierte, nos permite viajar con nuestra imaginación a lugares lejanos y nos libera de las tensiones del día a día. Claro que, para que sea posible la magia, es necesario que haya cómplices que generen esa ilusión, pero no por ello es menos impresionante. 

Pues en eso debe consistir la magia de la Navidad. 

Seamos cómplices para que nuestros hijos e hijas disfruten, sigan confiando en que los sueños se pueden cumplir y ayudemos, con nuestra mano invisible, a que eso sea posible. Y cuando sean más mayores y su curiosidad y su razonamiento les haga no conformarse con creer, sin más, invítales a que sean cómplices de esta magia para mantener la ilusión de los demás niños y miembros de la familia.

La magia de la Navidad debe incluir la sorpresa, la curiosidad, el compartir en familia, el juego y las risas, entre otras muchas cosas. 

No consiste en satisfacer todos sus deseos y caprichos; la ilusión no debe ser sinónimo de consumismo. Cuando reciben demasiados regalos, se saturan y no pueden disfrutar con ellos. Probablemente, la mayoría quedarán olvidados en un rincón y no los volverán a mirar. Además, afianzamos la creencia de que pueden tener todo lo que desean, por lo que se hacen más intolerantes a la frustración cuando en el futuro no consigan algo. 

Encontrar el equilibrio es clave.

De hecho, gracias a Papá Noel y a los Reyes Magos podemos aprovechar para reforzar valores fundamentales y seguro que nuestros hijos e hijas nos sorprenden. 

Así, de acuerdo con las posibilidades de cada familia, podemos sugerir que en sus cartas:

  • Pidan juguetes no sexistas, no diferenciando juguetes para niños o niñas que refuercen estereotipos machistas, sino en juguetes que les gustan o no les gustan.
  • Pidan algo para compartir, que deben consensuar si son varios hermanos.
  • Pidan algo para ayudar a otros, y que luego puedan llevar a su destino (por ejemplo, comida para el banco de alimentos).
  • Piensen en el valor económico de las cosas y pidan con moderación. 
  • Pidan libros, cómics o materiales con los que puedan aprender cosas.
  • Incluyan cosas útiles, como ropa o material para el colegio.

Así que aprovechemos las circunstancias de estas navidades para cerrar capítulos y mirar con esperanza al próximo año. 

Y, lo más importante de todo:

No olvidéis disfrutar en familia estas fiestas.

¡Feliz Navidad!

Profesora del Centro Universitario Cardenal Cisneros. Doctora en Psicopedagogía y experta en inteligencia emocional. Certificados en disciplina positiva por la Asociación Americana de Disciplina Positiva.

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