- Un mundo más amplio con la llegada del movimiento.
- La apertura de posibilidades.
- ¿Qué podemos hacer?
90,00 €
Dirigido a familias con hijos que cumplen 1 año durante el 2020.
En este año el niño empieza a ser capaz de hacer muchas cosas, adquiere habilidades motrices y expresivas que progresan día a día, asombrando a sus padres.
Matriculación cerrada
La sensación más habitual que tienen los padres a esta edad es que sus hijos cambian por instantes. Tanto el desarrollo de sus nuevas habilidades motrices y comunicativas como las nuevas conexiones neuronales que realiza nos pueden dar la sensación de que nuestro hijo tiene un exceso de actividad. El niño está aprendiendo muchas cosas nuevas y necesita probarlas, mostrarlas y ejercitarlas constantemente. Tanto es así que es muy habitual que algunos hábitos básicos como el sueño o la alimentación se vean alterados cuando el niño adquiere una nueva habilidad.
Tanto la alimentación como el sueño empezarán a convertirse en hábitos asentados. Comenzará a comer alimentos sólidos y a hacerlo por si mismos por lo que se mancharán y tardarán más. Esto no es importante así como tampoco lo es que varíe en la cantidad que coma ya que su hambre regulará la ingesta. Las nuevas texturas y sabores pueden ser un reto para adquirir unos hábitos de alimentación saludables.
Aunque unos pocos lo hagan antes, la mayoría de los niños comienzan a caminar entre los 12 y los 18 meses. La deambulación autónoma supone un gran cambio en su forma de percibir e interactuar con el mundo tanto por la independencia que les proporciona como por la nueva perspectiva que logran. Disfrutara mucho con juegos de desplazar y arrastrar diferentes objetos así como de encajar por su mejora en la coordinación y precisión.
La actividad que más llama su atención es la exploración tanto de su propio cuerpo como del entorno. Permitirle esa exploración propiciará su aprendizaje, su motivación y la creación de sus primeras representaciones mentales. Son investigadores muy activos ya desde los 12 meses pero a partir de los 18 serán capaces de hacerlo con algo de planificación. Es importante permitir que juegue, se manche y desordene, pero también cuál es el momento y el lugar para hacerlo, así como aprovechar para enseñarle a recoger y ordenar sus cosas.
Entre los 18 y los 24 meses los niños empiezan a desarrollar la capacidad de imaginar y con ella el juego simbólico. Es un momento apasionante ya que les permite recordar y recrear algo sin su presencia.
Su lenguaje avanza de forma espectacular pasando de comprender 10 palabras a los 12 meses a unas 400 a los 24 meses. Al principio pronunciará alguna palabra mediante una de sus sílabas y unos meses después empezará ya a usar sus primeras frases sencillas. Su nivel comunicativo le permite interactuar e influir sobre los otros pero aun no es capaz de controlar sus estados emocionales por lo que son habituales las rabietas. Unos pocos límites muy definidos le ayudarán a ir logrando ese autocontrol.
El niño está progresando aceleradamente en su inteligencia, para lo cual es importante proporcionarle un entorno seguro donde explorar, jugar, descubrir. Podemos enseñarles a poner nombres a las cosas que experimenta y observa en su entorno, también a reconocerlos y nombrarlos en un dibujo.
Es capaz de experimentar, de probar distintas soluciones a los problemas, y de corregir sus esquemas mentales para que se ajusten mejor a la realidad. En sus juegos, los niños empiezan a tantear soluciones. Pondrá a prueba varias soluciones, hasta que encuentre la que le permite lograr su objetivo. Cuando encuentra una solución, sus esquemas mentales se modifican, y aplicará esa misma solución en casos similares.
Desde los 18 meses suelen empezar a tener problemas para controlar su afectividad, que adquiere más intensidad. Todavía no son capaces de expresar sus deseos a través del lenguaje, no pueden posponer las recompensas, toleran mal las frustraciones y les cuesta aceptar los límites. Necesitan mostrar sus habilidades, y la aprobación o el elogio de los demás les hace sentirse orgullosos por lo que requerirán la atención y compañía constante de sus padres y cuidadores.
Necesita que sus padres establezcan unos límites y normas muy claros, dentro de los cuales se siente seguro y es capaz de progresar en su aprendizaje.
Entiende preguntas sencillas y muchas expresiones cotidianas porque muchas veces extrae el significado del contexto. El desarrollo del lenguaje en los niños sigue un ritmo muy variable de unos a otros. La expresión de su cuidador actúa como una referencia social, una clave que indica al niño si una situación es segura o insegura.
El niño comprende que puede influir en los estados emocionales de los demás. Por eso en muchos momentos los niños de esta edad se muestran provocadores, desafiantes, desobedientes, y en otros momentos cariñosos, compasivos, cooperadores. Reforzar sus aspectos más positivos y enseñarles a gestionar los más difíciles serán objetivos prioritarios de los padres.
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