- Libertad y normas.
- La autoridad de los padres.
- Afrontar la falta de ilusiones.
90,00 €
Dirigido a familias con hijos que cumplen 13 años en el 2020.
Vuestro hijo va a ir avanzando hacia un pensamiento más racional aunque sigue estando muy influenciado por lo que le dice su propia experiencia. Están en un momento de vulnerabilidad psicológica que aunque es complicada para los padres es necesaria y adaptativa para integrar su realidad cada vez más exigente e ir formando así su personalidad de manera inteligente.
Matriculación cerrada
A esta edad sigue produciéndose un desarrollo cerebral que se ve propulsado por el entrenamiento de la escuela y por una mayor exigencia. La capacidad de razonamiento, de comprensión, de comunicación y de interconexión de los diferentes conocimientos va en aumento. Su pensamiento ha avanzado hacia un pensamiento más científico e hipotético.
El adolescente en este momento se siente cada vez más adulto y autónomo, es consciente de las responsabilidades que tendrá que tendrá que hacer frente y las asume con más naturalidad. La fábula personal que se han construido responde a esta adaptación al mundo de los adultos. Aunque no siempre es fácil pues implica asumir unas responsabilidades que en ocasiones no se adecuan a las capacidades y producen ciertos miedos. De ahí el desequilibrio emocional que sufren a lo largo de esta etapa. Lo importante es que sepa elegir su personalidad sin perder la estructura dentro de unas normas y valores sociales.
Se encuentran muchos aspectos de sí mismos que son contrarios, además mantienen dos puntos de vista el suyo propio y uno exterior. La manera de conseguir una personalidad estable es que se consoliden sus múltiples self en una teoría consistente del yo. Esto supone poner la atención en uno mismo y cierto egocentrismo que es necesario para sentirse agentes y responsables de lo que piensan, sienten y hacen.
Es un momento en el que pueden aparecer dificultades pues está en pleno proceso de autoconocimiento y, a veces, puede no estar del todo satisfecho con su aspecto, sus habilidades o con algunos rasgos de su personalidad. Al mismo tiempo, en esta etapa las relaciones con sus iguales se vuelven más íntimas y pueden surgir desengaños en la relación con el otro.
Ya disponen de la capacidad para pensar sobre “lo que debería ser”, están construyendo su modo ideal de ser ideal que está guiado por un proyecto ético en el que buscan elegir su personalidad. Pueden distinguir entre los comportamientos responsables propios de adulto y los que no lo son y tienen ya un mayor autocontrol para dirigirse hacia uno u otro. También aparece la preocupación por la espiritualidad y los temas trascendentes.
El pensamiento va a seguir estando muy centrado en lo que puede observar en la realidad, en lo que le dice la experiencia, o incluso en las apariencias. Por eso es muy necesario aplicar lo que van aprendiendo en la escuela la realidad, que puedan interesarse por aprender fuera de las materias escolares, ya que esto es lo que realmente completa su inteligencia en estos años. De pronto se sienten cercanos al rol de adulto, saben que van a tener que responsabilizarse, que están creciendo, que van a ser adultos. La fábula personal, el “cuento” que cada adolescente inventa sobre sí mismo, responde a esta asimilación al mundo adulto.
El desarrollo del cerebro en la adolescencia, junto con el entrenamiento en la escuela, permite una mayor integración de información, mayor rapidez en el procesamiento, mejores capacidades de razonamiento, de comunicación y de interconexión de distintos conocimientos. Es recomendable enseñarles a pensar antes de actuar, a pensar sobre cómo analizan las situaciones. Hay métodos de enseñanza de habilidades del pensamiento que siguen un procedimiento para tomar decisiones. Vuestro hijo va a ir avanzando desde un pensamiento inductivo (de la observación de lo concreto a la hipótesis y a su comprobación) hasta un pensamiento deductivo (formular hipótesis para generar teorías que se puedan comprobar)
Es una edad de transformación afectiva, delicada, que requiere de un entorno que eduque bien los sentimientos y el comportamiento, que también sepa comprender los cambios emocionales. Los cambios físicos y el comienzo de la sexualidad suponen una fuente de nuevas emociones e inseguridad a veces todavía poco reguladas. Por ello, procurarles un entorno con unos valores positivos que permitan una exploración responsable de sus propios sentimientos será básico. Algunos se sienten más inseguros, otros con menos talentos o menos belleza, unos se sienten más alegres y otros más tristes. Tienen que responsabilizarse, verse tal como son, integrarse y elegir cómo quieren ser.
Comienzan a elegir su personalidad, a definir sus proyectos vitales. Por eso debemos proporcionarles muy buenas experiencias, oportunidades de hacer cosas valiosas en las que puedan aprender. No se puede elegir una personalidad inteligente si no acompañamos este paso desde la personalidad recibida a la elegida por uno mismo con libertad. Necesitan ya oportunidades para elegir, en cosas concretas y en su forma de ser, como una manera cotidiana de formar su personalidad de manera libre. Tienen que elegir sus propios proyectos de vida, que no siempre van a ser fáciles de comprender, ni para ellos mismos, ni para su entorno educativo, que tendrán además dificultades para realizarse. La tensión que supone crecer para los chicos en estos años en parte proviene de su impulso por alcanzar más independencia y en parte de la responsabilidad que les tenemos que ir pidiendo. Es una tensión que fortalece su personalidad, en la que van a poder elegir cómo quieren ser, dentro de unas normas y unos valores sociales.
Un tema clave es la identidad sexual y cómo se sienten siendo chicos o chicas. Esta es la parte social de la formación de su personalidad, es la identidad, integrarse en un grupo social, identificarse con unos sentimientos y comportamientos. Por eso son tan importantes los buenos modelos sociales. Hay chicos y chicas que tienden a ser muy extrovertidos en esta edad, mientras que otros son muy tímidos, y en parte es debido a la idea que se han ido formando sobre sí mismos. Se pueden formar personalidades equilibradas cuando sabemos educarlas, proporcionando los recursos necesarios.
Hay que animarles a pensar en temas trascendentes, a identificarse con un sistema de valores morales, que pueden querer cambiar, pero que es en el que están viviendo. Lógicamente, deben ser buenos valores, los que éticamente nos parecen necesarios, los que consideramos ideales. La disciplina firme, una buena supervisión de su comunidad, actividades compartidas con los padres, servicios a la comunidad o la participación cívica ayudarán a facilitar este proceso.
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