- La construcción de la autoestima.
- ¿Cómo viven los niños las diferencias de género a esta edad?
90,00 €
Dirigido a familias con hijos que cumplen 4 años en el 2020.
A través de la fantasía, del juego imaginativo, construye su propio mundo, donde imagina todo lo que le gustaría que sucediese, donde también pone a prueba la realidad, la asimila, trata de comprenderla, pero no sólo de forma intelectual, sino también emocionalmente.
Matriculación cerrada
El niño de esta edad ya es un experto escolar. El primer año de adaptación e integración de nuevas normas y entornos ha pasado y por ello seguro se siente más cómodo y feliz en el colegio. Eso redundará en un aprendizaje más fluido y positivo y en un nivel mayor de interacciones sociales entre iguales.
Sigue preguntándose por todo lo que puede observar y experimentar a su alrededor pero, a diferencia de los años anteriores, empieza a construir sus propias teorías a partir de lo que ve. Esto no significa que no necesite la explicación de los adultos pero será capaz de sacar sus propias conclusiones aunque todavía con grandes dosis de fantasía. A través de esa fantasía irá construyendo su propio mundo donde intenta comprender la realidad pero también imaginar cómo le gustaría que fuese.
Quiere tener el control sobre todo. A nivel interno puede empezar a guardar algunos sentimientos o pensamientos solo para él. A nivel externo encuentra problemas porque aún es impulsivo y eso puede generar actitudes rebeldes.
Su motricidad gruesa se ha perfeccionado mucho y disfruta con las nuevas habilidades físicas que ese dominio le permite. Saltar a la pata coja, hacer equilibrio o golpear una pelota con cierta puntería. En la motricidad fina su evolución le permite lograr nuevas formas de autonomía como vestirse y desvestirse con soltura o peinarse. También logra algunas actividades de precisión como recortar, copiar letras y dibujar personas de forma esquemática.
Su conciencia sobre sus capacidades le hace sentirse más satisfecho y seguro de sí mismo animándose a imitar algunos comportamientos de los adultos aunque el ser más consciente también le hace sentir nuevos miedos.
Las normas y valores que la familia le proporciona le sirven para distinguir los actos y sentimientos buenos y malos así como a elegir las acciones que quiere realizar de todas las posibles.
Como ya hemos dicho quiere controlarse a sí mismo y el lenguaje interno le permite hacerlo pero solo los niños que han aprendido a escuchar a sus padres son capaces de desarrollar ese habla interna. Además usa también el lenguaje que ha desarrollado para la expresión emocional.
En la relación con otros niños adquiere nuevas habilidades sociales, aprende a cooperar, pero son frecuentes los conflictos, por un juguete o porque todavía les cuesta controlar sus impulsos agresivos. Aparecen los juegos en grupo en los que juegan a lo mismo siguiendo unas normas.
En su búsqueda constante de información y exploración es fundamental el papel de los padres que le mostrarán ese mundo y que deben atender e incentivar esa curiosidad natural de los niños de esta edad.
El niño ha descubierto su capacidad para generar ideas y ser capaz de llevarlo a la práctica así como para aprender cosas de forma autónoma y ejercer influencia sobre los demás.
Se siente más responsable porque empieza a tener una conciencia moral, es decir, sabe que se puede actuar bien o mal. Quiere ser generoso, cariñoso y responsable, pero también siente impulsos agresivos, egoístas. Todo esto hará que sea mucho más probable que esté dispuesto y logre cumplir las normas.
Es una etapa en la que los niños se vuelven charlatanes y expresivos. Les gusta hablar sobre su mundo pero también de sus deseos y fantasías así como de sus sentimientos ya que encuentran en el lenguaje un medio para interactuar con los otros y hacerles llegar sus pensamientos. La atención y escucha activa que le presten sus padres serán fundamentales para motivarles a seguir comunicándose en años venideros.
Un buen vocabulario se convierte en una gran ayuda para el niño, ya que de este modo se enriquece toda su experiencia y mejora su control de sí mismo lo que repercute en más y mejores relaciones sociales. La incorporación de las normas a los juegos con sus iguales también irá permitiendo que la convivencia sea más positiva y enriquecedora.
En esta etapa aprenden también que no siempre pueden conseguir lo que quieren, bien por sus propias limitaciones, o porque a sus cuidadores no les parece bien. Hay que evitar las exigencias, enseñarle a esperar y que no siempre podemos hacer lo que nos gustaría. Este aprendizaje forma parte de las habilidades sociales necesarias para convivir con los demás. A esta edad los padres y otros cuidadores son modelos de comportamiento social muy eficaces, ya que los niños imitan muchos de su comportamiento.
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