A vueltas con la brecha digital
Este fin de semana se estrena en los cines Blade Runner 2049. La anterior película se situaba en el año 2018, donde la visión de Ridley Scott del futuro era claramente pesimista, oscura, podríamos decir que casi destartalada, pero sí describía una sociedad caracterizada por el individualismo extremo, la deshumanización, la presencia constante de robots, de la mecanización de todo, de la ruptura del consenso social dibujada en la escasez de los espacios públicos, de las buenas conversaciones o de los proyectos en común. Hoy podemos detectar muchos temores que nos acechan en la última vuelta del pasillo, cuando estamos solos, cuando no hay ruidos, cuando no hay ningún estímulo que nos evite encontrarnos con nuestro miedo a lo desconocido y a este futuro que cada vez se hace más cercano y más incierto. Pero lo más inquietante es quien no aparece en la película, aquellos que se quedaron fueran, que no supieron adaptarse a las nuevas formas de pensar, de hacer, de actuar que nos imponían la innovación tecnológica de manera implacable. No hay niños, no hay adolescentes, no hay personas normales paseando por las calles, que van al mercado, que asisten a las iglesias, que escriben relatos. No hay centros escolares, ni ciclistas, ni quioscos de periódicos. Sólo replicantes y seres humanos desdibujados entre los luminosos y el hormigón de la metrópoli.
Cuando hablamos del concepto de Brecha digital nos estamos refiriendo a las diferencias de acceso de la población a la Red, pero también al uso de los servicios ofrecidos por las Nuevas Tecnologías. Podemos estudiarla desde un aspecto generacional, socioeconómico y también con respecto a las diferencias entre los individuos en su capacidad para utilizar las TICs de una manera eficaz, en este sentido nos acercamos más al “Analfabetismo digital” y entramos de lleno en la relación entre las Nuevas Tecnologías y la educación. Silvia Leal en su libro “E-renovarse o Morir” explica que tanto la robótica, como la realidad aumentada o digital van a influir poderosamente en la educación en los próximos años. Y es cierto, ambas transformarán radicalmente el sistema educativo, nuestra manera de aprender y de enseñar, las materias que estudiaremos, los tiempos que dedicaremos a nuestra formación, las herramientas que entrenaremos. Con estas previsiones los diferentes estados han hecho un esfuerzo para mejorar la conectividad, facilitar el acceso a Internet a la población, planes para incorporar ordenadores, tablets u otros dispositivos a la escuela, las familias, las empresas, a todos los aspectos de la vida cotidiana. No podemos dudar que la expansión digital en nuestro país en los últimos años es espectacular, pero ¿ha mejorado nuestro sistema educativo? ¿ha mejorado la vida de la población española? ¿nuestro sistema de salud? ¿nuestros salarios o condiciones laborales? Yo creo que no. Creo que vivimos unos tiempos en los que la desigualdad está aumentando tanto a nivel educativo, como a nivel económico, como a nivel social y político. La brecha aumenta y hace cierta la expresión tantas veces utilizada por diferentes investigadores de que vamos hacia un mundo que proporcionará muchas oportunidades, pero que será de una desigualdad feroz. La única manera que tenemos para que nuestros hijos tengan el máximo de oportunidades educativas es la educación. La Sociedad del Aprendizaje se va a regir por la siguiente Ley
“Para sobrevivir, las personas, las empresas o la sociedad necesitan aprender al menos a la misma velocidad en la que cambia el entorno; y para progresar, deben hacerlo a mayor velocidad que el entorno”
La relación entre las Nuevas tecnologías y educación no se puede basar exclusivamente en forrar de banda ancha todo el territorio español, como dice Manuel Area “Además de tecnología, hace falta más pedagogía”. A saber:
- Investigar los efectos que está produciendo la tecnología a nuestra manera de aprender: efectos sobre la memoria, la atención, etc.
- Aplicar estas investigaciones a la forma de trasladar los contenidos educativos a los niños y adolescentes
- Diseñar recorridos pedagógicos, currículos, etc. donde la tecnología se convierta en una herramienta eficaz de aprendizaje.
- Formación continua de profesores, padres y sociedad en general sobre la innovación tecnológica
- Crear contenidos educativos de calidad y excelencia adaptados a las características de las Tecnologías
- Desarrollar competencias transversales en los planes de estudio que son esenciales para sobrevivir en ese futuro digital: Aprender a aprender, creatividad, pensamiento crítico, entrenamiento de la toma de decisiones, etc.
Vivimos momentos inciertos, acelerados y con un incremento de la preocupación ciudadana tanto en aspectos educativos como de otras cuestiones. Es difícil ser optimista en estos tiempos. Nuestra cultura se ha cimentado en cuatro grandes pilares: El sistema de mercado, la racionalidad científica, la democracia política y, la innovación tecnológica. Todas ellas atravesando un momento de crisis, de reformulación y de creación de nuevos escenarios muy rápida, dramática en muchos casos y, sobre todo, apasionante, reveladora y desafiante. Y en eso estamos.
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nfarcan
18 octubre, 2017Buenas tardes. He leído el interesantísimo post donde encuentro mucha y muy cualitativa información con la que concuerdo. Pero no puedo menos que señalar una contradicción inherente a su contenido que me veo en la obligación de comunicar. Por un lado propugnan el acceso igualitario a la información, pero la realidad de su fundación es que sus interesantísimos cursos no se publican, sino que deben ser comprados. Es una lástima, bajo mi modesto punto de vista, que a través de una Fundación, con sus patronos y fuentes de financiación, se establezca un filtro socioeconómico al acceso a unos contenidos motivados por el deseo de provocar ese cambio de modelo educativo tan necesario en España. Un cambio que, con el ejemplo que dan, se producirá sólo en aquellos con la capacidad para pagarlo. Gracias.