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Cómo ayudar a nuestros hijos e hijas a desarrollar una mentalidad de crecimiento

Seguro que, como padres y madres, nos preguntamos cómo podemos ayudar a nuestros hijos e hijas a desarrollar las capacidades que van a necesitar para poder tener una vida plena y feliz. Vivimos en una sociedad tan cambiante que resulta difícil imaginar qué cosas necesitarán desplegar en el futuro. La única certidumbre en un futuro incierto es que necesitarán una gran capacidad para seguir aprendiendo siempre y ser flexibles para poder adaptarse a los cambios rápidamente.

Por todo esto, hoy queremos reflexionar sobre un concepto muy interesante que introduce la psicóloga Carol Dweck: la mentalidad de crecimiento.

Tener mentalidad de crecimiento significa reconocer la capacidad que tenemos las personas para seguir aprendiendo y mejorar:

«Reconozco que no puedo hacerlo, pero sé que puedo llegar a hacerlo si busco los recursos adecuados y pongo empeño».

El «todavía» cobra un gran valor. Cambio el «no sé» por el «todavía no sé». Si yo pienso que no soy buena cocinando, ni siquiera lo intentaré. Sin embargo, si pienso que todavía no sé cocinar, podré mejorar mis habilidades si me lo propongo.

En el lado opuesto, están las personas con una «mentalidad fija». Estas son aquellas que tienden a pensar que la realidad es como es y no podemos hacer nada para cambiarla. Se basan en la creencia de que nacemos con una serie de habilidades y no lo podemos cambiar: «yo soy así, me resigno». Son personas que creen que, aunque lo intentasen, no lograrían mejorar sus habilidades. Suelen ser personas que no se arriesgan porque temen cometer errores. Cuando se enfrentan a una tarea que estiman que puede ser complicada, prefieren no enfrentarse porque se sentirán muy mal si no lo consiguen.

Las personas con mentalidad de crecimiento, en cambio, se enfrentan a las tareas con mucha más predisposición a lograr sus metas, se esfuerzan más, resisten mejor la frustración, aprenden de los errores, escuchan las críticas y aprenden de ellas. En definitiva, son más resilientes.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a que desarrollen una mentalidad de crecimiento?

  • Elimina las etiquetas. Las etiquetas que ponemos a nuestros hijos fomentan la mentalidad fija: «eres muy listo», «eres muy traviesa». Estas etiquetas generan expectativas sobre lo que somos o no somos capaces de hacer, incluso cuando estas parecen positivas.
  • Destaca el proceso. Es fundamental alentar a nuestros hijos en sus pequeños logros, reconociendo el esfuerzo independientemente del resultado final. Ayudarles a describir cómo ha sido el proceso, cómo han superado las dificultades, qué estrategias han empleado para hacerlo, etc. fomentará su mentalidad de crecimiento.
  • Celebra el error. Los errores son oportunidades maravillosas para aprender y debemos recordárselo una y otra vez. Las personas con mentalidad de crecimiento no temen equivocarse. Si tengo mentalidad de crecimiento, tras un error, habrá un aprendizaje, intentaré algo nuevo, probaré otra cosa, etc. Cuando castigamos el error, no dejamos que aprendan de él.
  • No le digas que tiene que esforzarse más. Cuando las cosas no salen como se espera, se sobrevalora el esfuerzo que se necesita. Claro que la voluntad y el esfuerzo es imprescindible para lograr las metas, pero el esfuerzo, sin herramientas (que no capacidad), conduce a la frustración. Y la frustración, al abandono o a la rebeldía, entre otras cosas. En lugar de decir «tienes que esforzarte más», podemos ayudarlo a que descubra qué cosas no han salido bien para que aprenda de estos errores, ayudándole a buscar soluciones.
  • Alienta el esfuerzo. Aunque ya hemos dicho que, sin herramientas, el esfuerzo no es suficiente, es tan importante que debemos destacarlo siempre, independiente de los errores que haya cometido o del resultado.
  • Ayúdalo a que identifique las atribuciones que hace a sus éxitos y sus fracasos. Cuando siente que lo que le pasa depende de otros (atribución externa) se sentirá indefenso para cambiar nada. Por el contrario, cuando siente que lo que le pasa depende de él (atribución interna), podrá sentir que puede hacer algo para cambiarlo. Si sacar buena nota lo atribuyo a mi esfuerzo, es muy probable que, en el futuro, siga esforzándome a la hora de enfrentarme a los estudios. Si suspender lo atribuyo a la falta de estudio, es muy fácil poner solución para mejorarlo, solo tendré que estudiar más.
    Ambos ejemplos forman parte de la mentalidad de crecimiento. Sin embargo, si atribuyo mi aprobado a la buena suerte o mi suspenso a que el profesor me tiene manía, no podré hacer nada por cambiarlo. Estaré reforzando así mi mentalidad fija.
  • Proponles retos. No hay nada más alentador para uno mismo que sentir que nos superamos. Cuando esto sucede, estamos alimentando nuestra mentalidad de crecimiento. Para que sea válido, tienen que ajustarse a lo que se conoce como «reto óptimo»: lo suficientemente difícil para experimentar superación, pero ajustados a mis capacidades.
  • Sé su ejemplo. No podemos alimentar la mentalidad de crecimiento en nuestros hijos si tenemos una mentalidad fija. Revisa tus creencias, tu experiencia y tus aprendizajes previos e incorpora deliberadamente cambios en tu vida para fortalecer la mentalidad de crecimiento. El ejemplo que des será mucho más poderoso que cualquier otra cosa.

Cuando nuestros hijos e hijas sienten que tienen el control, que disponen de herramientas o saben cómo buscarlas si aún no las tienen y que pueden equivocarse porque forma parte del proceso, podrán y querrán enfrentarse a los retos con más garantías de éxito. La mentalidad de crecimiento formará parte de esta actitud que les lleve a desarrollarse de manera positiva.

Si quieres saber más al respecto, puedes leer Emoprende en familia: una guía práctica de educación positiva y consciente y participar en nuestra tribu de Up!family.

Profesora del Centro Universitario Cardenal Cisneros. Doctora en Psicopedagogía y experta en inteligencia emocional. Certificados en disciplina positiva por la Asociación Americana de Disciplina Positiva.

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