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Cómo hablar de la guerra con nuestros hijos e hijas y convertirlo en una oportunidad

Todos los adultos estamos sobrecogidos por las noticias que vemos cada día. Es absurdo y anacrónico que en el 2022 haya una guerra. No tiene sentido; y si es incomprensible para nosotros, mucho más para nuestros hijos e hijas. Ellos no son ajenos a la realidad. Algunas familias optan por no hablar de este tema para protegerles, pero esto no siempre es posible.

La sobreexposición a las noticias que nos llegan por todas partes está ocasionando que muchos de nuestros peques comiencen a vivir la situación con angustia. ¿Cómo podemos abordar esta situación?

Como siempre, no hay una sola forma adecuada de actuar ante un momento como este, pero vamos a repasar algunas ideas que pueden ayudarte a tomar mejores decisiones sobre lo que cada uno necesita.

Por un lado, debemos tener en cuenta que no están preparados ni preparadas para digerir todas las noticias que nos llegan pero, por otro lado, mantenerles totalmente al margen de lo que sucede en la realidad no les prepara para el mundo y les impide comprender lo que sucede. Es importante dedicar tiempo a hablar de lo que les preocupa y de las dudas que les surgen, para ayudarles a construir una idea clara de la realidad y evitar que se generen miedos y traumas. Cada vez que verbalizamos algo que ha sucedido, aunque haya sido doloroso, estamos reescribiéndolo en nuestra memoria. Podemos ayudarles a que organicen las ideas, de forma más clara, para que no les hagan daño.

Hablar de la guerra es un tema complicado, por lo que debemos tener en cuenta el nivel madurativo, su capacidad de comprensión y la curiosidad que muestran para abordar el tema de un modo u otro. El miedo y la incertidumbre genera mucho estrés en los niños, niñas  y jóvenes, por eso, la información ajustada a cada uno puede ser el antídoto a este miedo.

Consideraciones a tener en cuenta

A continuación, vamos a describir seis consideraciones que podemos tener en cuenta acerca de cómo abordar esta situación con nuestros hijos e hijas:

  1. Darles espacio para que compartan sus preocupaciones y sus dudas. Es importante que se sientan escuchados. Si censuramos sus preguntas, para protegerles, no les estaremos ayudando a gestionar estas emociones.
  2. Darles información. Si tienen capacidad para comprenderlo y, sobre todo, muestran curiosidad, podemos explicarles en qué consiste el conflicto, qué países hay implicados, por qué ha surgido… No necesitan detalles escabrosos, pero tampoco mentiras. Adaptaremos la información a la edad que tengan.
  3. Evitar que estén puestas las noticias todo el tiempo cuando están ellos presentes. Las escenas que se muestran pueden ser demasiado duras para ellos y generarles mucha ansiedad. Podemos intentar verlas cuando ellos no estén. A medida que se van haciendo más mayores y hacen más preguntas, podemos verlas con ellos asegurándonos de que les ayudamos a encontrar respuestas a las preguntas que les van surgiendo.
  4. Procurar no lanzar constantemente mensajes de desesperación y malestar. Es posible que la situación nos esté generando mucha tristeza a todos, pero no sirve de mucho contagiarles esta preocupación.
  5. Transmitirles la certeza de que están seguros. Las posibilidades de que el conflicto llegue hasta aquí son remotas, por lo que pueden estar tranquilos. Y, sobre todo, que tengan la seguridad de que, en caso de llegase algo similar, siempre les vamos a proteger.
  6. Validar sus emociones. Si nos dicen que tienen miedo, debemos mostrar empatía y no minimizarlo. En lugar de decir «No tengas miedo», podemos decir «es normal que tengas miedo, yo también lo tengo, pero tenemos suerte de estar aquí y no nos pasará nada».

Oportunidades para educar en valores

Y, como siempre, podemos aprovechar todas las oportunidades que nos brinda la vida para educar en valores y sacar el lado positivo. Aunque la situación sea terrible, es una oportunidad para entrenar las competencias socioemocionales y las habilidades para la vida. Les permitirá desarrollar resiliencia, que es la capacidad de reponerse a la adversidad saliendo fortalecido, cualidad que les ayudará a mantener en buena forma su salud mental en el futuro.

Así, algunas cosas que podemos hacer son:

  1. Desarrollar la colaboración y la empatía hablando de cómo podemos ayudar. Son muchas las iniciativas que está habiendo de recogida de alimentos y ropa para enviar a diferentes lugares que están acogiendo a personas que huyen de Ucrania. Tal vez les podamos involucrar para que seleccionen ropa que ya no utilizan o compren algunos productos que podamos donar.
  2. Reflexionar sobre lo que tenemos y ser agradecido. La mayoría de nuestros niños y niñas tienen tantas cosas que ni siquiera las valoran. A los adultos nos pasa lo mismo. Necesitamos ver situaciones terribles como esta para pararnos a pensar en lo afortunados que somos y en la fragilidad de las cosas. Sin dramatizar más de lo necesario para que no lo sufran innecesariamente, podemos pensar juntos en la suerte que tenemos y agradecer a la vida por todas las personas y comodidades con las que contamos, aprendiendo a relativizar muchas de las preocupaciones del día a día que nos agobian.
  3. Educar para la paz. Podemos aprovechar el conflicto para hablar de cómo solucionamos los nuestros. Cuando les ayudamos a buscar soluciones de manera pacífica, a negociar, a ceder por el otro… les estamos mostrando opciones para evitar «otras guerras».
  4. Aprender Geografía e Historia. Podemos localizar en el mapa a los países implicados, ver qué países son los que limitan, hablar un poco de su historia, de sus costumbres, etc.

En definitiva, aunque no haya una receta para abordar las diferentes situaciones, podemos ayudar a nuestros hijos e hijas respondiendo a su curiosidad, adaptando la información a su momento evolutivo, empatizando con sus emociones, transmitiendo seguridad y aprovechan el lado positivo de comunicarnos con ellos para educar en valores y entrenar habilidades para la vida y su inteligencia emocional.

Profesora del Centro Universitario Cardenal Cisneros. Doctora en Psicopedagogía y experta en inteligencia emocional. Certificados en disciplina positiva por la Asociación Americana de Disciplina Positiva.

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