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Internet y tú

En el transcurso de la adolescencia, nuestros hijos e hijas alcanzan una autonomía casi total en Internet y las redes sociales; un universo muy adictivo y que cambia a velocidad vertiginosa. Sin embargo, siguen siendo menores, siguen corriendo enormes riesgos y seguimos obligados a asegurarnos de que ese universo, que siempre llevan en las manos, les proporciona buenas experiencias.

Las redes sociales tienen un gran impacto en los adolescentes porque son activas, es decir, ellos intervienen como protagonistas, de ahí que conlleven problemas y dificultades. Una de las mayores es la apropiación del contenido.

  • ¿Saben que todo lo que cuelguen o publiquen en sus redes deja de pertenecerles?
  • ¿Saben que las huellas y cookies de sus interacciones no se borran ni desaparecen?

Han interactuado mucho ya, hay mucha información suya navegando por todo el mundo. Debemos hablar de esto en casa y en familia.

¿Cómo ha cambiado la tecnología la forma de comunicación de los adolescentes?

En líneas generales:

  • Les obligan a crear una «imagen digital», que deben cuidar tanto o más que la real. Por eso responden de inmediato a todos los mensajes que reciben.
    Podemos pensar que las redes les ayudan a establecer conexión con personas lejanas, pero en realidad su uso principal se destina a los cercanos. Aunque les encante aumentar el número de seguidores desconocidos, e incluso entren en competición por ello, cada storie va destinada a las amigas, y los únicos likes que les importan de verdad son los de alguien muy concreto, normalmente el chico que les gusta. Pero, ¿son conscientes de que están en un escaparate?
  • La relación entre el grupo de amigos cambia, ya que siguen compartiendo e interactuando a través del teléfono incluso cuando están juntos.
  • Se modifica la forma de comunicación con la familia. De hecho, las llamadas tradicionales están reservadas casi en exclusiva para nosotros y con sus amigos emplean otras funciones. La herramienta principal del teléfono se convierte así en símbolo de control.
  • La forma de compartir, casi sin barreras, genera mucha transparencia en la comunicación. Esto facilita la colaboración, pero también puede convertirse en una fuente de problemas porque el adolescente se «desnuda» psicológicamente ante los demás y pierde su privacidad. Si además expone su intimidad, será vulnerable a cualquier forma de acoso. ¿De esto hemos hablado en casa?
  • El estado de conexión permanente puede generar tensión en la familia y el entorno. Pueden negarse a apagar los móviles en reuniones familiares o en espectáculos; pueden vivir tan volcados en ese mundo virtual que terminen ignorando lo que sucede en el cuarto de estar de casa.
  • Aumenta su vulnerabilidad frente al ciberacoso. No olvidemos que la Red amplifica las humillaciones y los insultos.
  • Se exponen diariamente a visualizar contenidos inapropiados, bien porque los padres no establecemos mecanismos de control, bien porque los reciben de sus amigos o como spam.
  • Si cuelgan en la Red imágenes comprometidas de sí mismos o de otros pueden crear un problema casi imposible de resolver e incluso con implicaciones legales.
  • Ha cambiado la percepción de algunas realidades a causa del cambio en el vocabulario. Por ejemplo, no vamos a sentir lo mismo si nuestro hijo o hija nos dice que de mayor quiere ser gamer que si nos dice que quiere ser jugador profesional, ¿verdad? ¿Y qué significa realmente, para el futuro de nuestro hijo o hija, ser influencer? ¿Y ser youtuber? Vamos a pedirles que ellos mismos nos expliquen qué son estas nuevas profesiones, eso les ayudará a desarrollar su sentido crítico. Nosotros, sin embargo, escucharemos sin criticar.
  • A través de los youtubers e influencers les llegan nuevos modelos de comportamiento, en ocasiones alejado de los que queremos para ellos. Es importante conocer a sus influencers de cabecera y saber qué les están contando.

Conclusión

El uso del smartphone influye en:

  • el desarrollo psicológico,
  • la dimensión ética y moral, porque aunque no generen contenidos inadecuados, pueden difundirlos bajo la presión del grupo, lo cual debilita su marco de convicciones,
  • la capacidad para reflexionar antes de responder,
  • la calidad de la comunicación cara a cara.

Está demostrada la asociación entre el «despego de la realidad» que provoca el teléfono con los problemas de seguridad vial, el riesgo de accidentes, y la desprotección de la intimidad. Aunque el smartphone proporciona a nuestros hijos autonomía, se habla ya abiertamente de adicción en quienes muestran un estado de vigilancia permanente hacia cualquier señal que provenga de su smartphone, en quienes lo tienen que mirar continuamente, de forma compulsiva, y en quienes sienten angustia si tienen que separarse de él. ¿Hay rasgos de estos en casa?

Por eso, es necesario supervisar el uso del smartphone y hablar claramente de los riesgos que entraña. Por otro lado, debemos huir de la sobreprotección: distinguir los buenos de los malos ejemplos en los ídolos es parte de su aprendizaje. Contarán con nuestra opinión y consejo, pero no descalificaremos la suya, solo les vamos a pedir que nos cuenten por qué ese personaje les gusta. Lo que jamás debemos tolerar es su presencia en espacios peligrosos para su salud física o mental: pornografía, apología de la anorexia o de la violencia… Ahí no les vamos a permitir que accedan y tienen que saberlo de forma explícita y clara.

Todo esto debemos hablarlo con los hijos y cuanto antes. Pero como paso previo, miremos hacia nosotros mismos, porque también estamos sometidos al imperio del smartphone.

Filósofa, escritora y maestra jubilada. Forma parte del equipo de Up!family donde colabora como autora y tutora.

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