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¿Por qué no debemos sobreproteger, consentir y rescatar a nuestros hijos e hijas?

Actualmente, la labor de ser padre o madre se está confundiendo, en algunos casos, con aquellos referentes que tienen que proteger y rescatar a sus hijos de todas aquellas experiencias que les suponga malestar o evitar que sufran contradicciones o frustraciones.

¿Cuál es nuestro papel, como padres y madres?

Como padres y madres responsables debemos entender que nuestro papel debe ser el de acompañarlos de manera saludable e integral. Y esto supone que, en el apasionante mundo de la crianza, podamos estar y podamos también dejar estar. Acompañar desde una distancia prudencial y facilitar estrategias y herramientas, para que nuestro hijo o hija, sea capaz, por sí mismo, de experimentar y resolver sus incongruencias o conflictos. Y puedan, desde el conflicto o el error, y con nuestra vigilancia responsable, en su justa medida, dar valor al momento vivido y buscar posibles soluciones. Todo esto, para asumir, aceptar, sobrellevar o mejorar aquello que no les guste, no les apetezca, no tengan o no les cuadre.

Si, como madres o padres, somos conscientes de estos aspectos, quizás, no necesitaremos estar excesivamente pendientes de ser los mejores padres o madres, cuestión que es imposible.

¿Cuál es la situación?

No quiero generar frustración alguna, pero, si no te lo han dicho antes, no seremos perfectos nunca. Y eso debería quitarnos la presión y el peso de ser superpapas o supermamas. Desde ahí, podremos ver lo realmente importante.

Debemos dar importancia a lo verdaderamente relevante que sucede y afecta a nuestro hijo o hija; así aprovecharemos la oportunidad que tenemos de guiarle, para aprender también desde lo desagradable. Podremos entender su realidad y su entorno. Y nosotros, a su vez, entenderemos más a nuestros hijos e hijas, conectaremos más con su lógica privada y comprenderemos cómo le afectan las cosas. Y, a su vez, nuestro hijo e hija podrá entenderse más y mejor a sí mismo: como siente, cómo piensa y qué hace en determinadas situaciones.

El amor incondicional que les trasmitimos cada día, no debe confundirse con la sobreprotección, el consentimiento o con darles todo aquello que nos demandan. Rescatar a nuestros hijos e hijas de las situaciones en las que los veamos perdidos, en conflicto o con problemas, está evitando que lo aprovechen para aprender y superarse. Y estaremos también impidiendo que se conviertan en adultos funcionales e independientes, capaces de adaptarse y realizarse en una sociedad en continuo cambio.

Pautas para no sobreproteger, consentir y rescatar a nuestros hijos e hijas

Si, como padres y madres, sobreprotegemos, consentimos o rescatamos, nuestro hijo e hija va a tener muy difícil que sea feliz y se encuentre realizado. Para que pueda afrontar los golpes de la vida, problemas o contradicciones, debe ejercitar la musculatura de la frustración. Cuanto más vaya al gimnasio de la frustración e intente intervenir y resolver sus conflictos, más confianza tendrá en sí mismo y más fortalecida saldrá su autoestima.

Si no tiene la posibilidad de ir a ese gimnasio, perderá oportunidades de aprender de los errores y, posiblemente, como adulto creerá que tiene derecho a todo y pensará que son los demás los que deben asumir la responsabilidad de lo que le pase sobre su salud o su bienestar. Y con ello, estaremos perdiendo una oportunidad maravillosa de atender aquellas necesidades nucleares y esenciales que tenemos todos en la familia como son las de ser importante, capaz y pertenecer.

Partiendo de una protección básica, que posibilite una seguridad mínima de lo que hagan nuestros hijos e hijas, debemos canalizar nuestro amor y apoyo incondicional desde una distancia prudencial que les posibilite experimentar las situaciones desagradables en un entorno familiar. Este entorno será el que motive y aliente a nuestros hijos e hijas para enfrentarse a su realidad desde la seguridad, la tranquilidad, la confianza, la apertura y la cercanía de sus referentes.

Es muy importante que tu hijo o hija sea el que marque el ritmo y el camino. Para identificarlo, debemos estar atentos, mantener una distancia prudente y segura, abrir muy bien los ojos y cerrar la boca, si podemos. De esta manera, podremos apreciar que nuestro hijo e hija puede hacer y solucionar muchas más cosas de las que nos creemos.

También será fundamental utilizar una comunicación que acaricie el corazón; una comunicación que valide sus emociones, genere confianza, que no les juzgue, que ayude a que nos hable de lo que siente y de lo que le pasa, que aliente y motive a buscar y localizar alternativas o a enfocarse en soluciones, con nuestro acompañamiento sincero y respetuoso.

Conclusión

Es esencial que puedas transmitirle que tú puedes ayudarle y puedes convertirte en su entrenador o animador, pero no en su sirviente. De esta manera, le estaremos  dejando el espacio suficiente, para que se adapte a todo tipo de situaciones, se implique, sea más resiliente, con aquello que no le cuadra o no le gusta, y pueda tolerar la frustración de aquellas situaciones que no quiera o de aquellas cosas que no tenga.

Que la vergüenza o la culpa no les impida hablar de lo que les pasa y pueda buscar ayuda y apoyo en sus entrenadores más preciados, como lo son su madre o su padre.

Así, le estaremos acompañando con calidad y calidez, facilitando recursos y ayudando a que identifique posibles soluciones o alternativas, para sobrellevar o asumir lo que les pasa en su día a día e intentar mejorarlo.

Les estaremos ayudando a que se vayan haciendo más responsable y menos culpable de su vida e intentando ser cada vez más autónomo, más independiente y más feliz.

 

*Si te interesa este tema, puedes profundizar y encontrar pautas y estrategias muy prácticas que te pueden a ayudar a aprender, comprender y emprender sobre tu estilo educativo en tu familia y mejorarlo por medio del «Gimnasio de habilidades socioemocionales» que encontrarás en el libro Emoprende en familia: Una guía práctica de educación positiva y consciente (Rabanal y Peñafiel, 2021).

Doctor en Psicopedagogía, experto en inteligencia emocional y certificado en Disciplina Positiva.

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