¿Qué es la crianza consciente?
Actualmente se habla mucho de la crianza consciente, pero no siempre sabemos muy bien a qué se refiere. Cuando nos convertimos en mamá o papá por primera vez, en nuestro empeño por ofrecer a nuestro hijo o hija nuestra mejor versión, nos esforzamos y, a veces, nos estresamos por lo que todo ello supone. Educar a nuestros hijos es seguramente la tarea más importante que desempeñamos y no siempre nos sentimos capaces de hacerlo de la mejor manera.
La crianza consciente puede ofrecernos la posibilidad de cambiar la forma de mirar a nuestros hijos para poder acompañarlos de manera respetuosa, fomentando el cuidado de uno mismo y de los demás.
Actuar de manera consciente no es otra cosa que ser capaz de valorar el impacto que tienen nuestras acciones, y decidir, de manera reflexiva, lo que queremos hacer. Solo al tomar conciencia de esto, podemos asumir la responsabilidad plena de lo que hacemos. ¿Significa eso que no somos responsables de lo que no hacemos de manera consciente? Pues, desgraciadamente, sí. Y lo interesante es, precisamente, descubrir muchas de las cosas que hacemos en el día a día las hacemos movidos por la inercia y la costumbre, y no porque lo hayamos decidido. Por eso, dedicar tiempo a reflexionar sobre cómo queremos acompañar a nuestros hijos e hijas es el primer paso de la crianza consciente.
¿Has pensado alguna vez cuál es tu estilo educativo? Los estilos educativos tienen mucho que ver con las capacidades que tenemos como madres y padres para proteger, cuidar y educar a nuestros hijos. Están relacionados con la forma de comunicarnos con ellos y con nuestra habilidad para poner límites de manera respetuosa, es decir, con firmeza y amabilidad al mismo tiempo. Veamos algunos de ellos:
- Si somos muy firmes, pero poco amables, estaríamos cayendo en un estilo autoritario.
- Si somos muy amables, pero poco firmes, estaríamos en un estilo permisivo.
- Si no somos ni amables y ni firmes, posiblemente estemos siendo negligentes.
- Solo cuando somos capaces de ser firmes y amables al mismo tiempo, podremos considerar que nuestro estilo educativo es democrático.
Puede parecer sencillo, pero la mayoría de las veces, nos movemos de un lado a otro, siendo permisivos hasta que nos cansamos y pasamos a ser autoritarios. Mantener la firmeza y la amabilidad al mismo tiempo, requiere práctica, conocer herramientas y poner conciencia a lo que hacemos.
Para comenzar nuestro proceso de crianza consciente, es fundamental conocer cuáles han sido nuestros modelos educativos. Como decíamos antes, la mayoría de las cosas que hacemos durante el día las hacemos «con nuestro piloto automático», repitiendo lo que he visto a otros y sin pensar demasiado. En muchas ocasiones, solo tenemos que analizar cómo nos educaron a nosotros para conocer qué tipo de educador o educadora somos. Todos aquellos modelos que hemos tenido a lo largo de tu vida, sobre todo los de nuestros principales referentes (padre, madre, maestros, abuelos…) han ido modelando nuestro propio estilo, de manera inconsciente la mayoría de las veces. Es importante identificar la influencia que estos modelos tienen hoy en nosotros mismos, y para ello, podemos preguntarnos ¿cómo se manejaban con el control?, ¿cómo ponían normas?, ¿como se comunicaban conmigo?, ¿confiaba en ellos?, ¿se mostraban afectuosos conmigo?, ¿me daban muestras de cariño?, ¿me decían abiertamente que me querían?, ¿cómo reaccionaban cuando me equivocaba?, ¿cómo reconocían mis logros?, etc.
Si tuvimos suerte, descubriremos que muchos de nuestros modelos fueron positivos y que gracias a ellos hoy podemos ser lo que somos. Pero tal vez no siempre fue así. Si hoy nos sorprendemos haciendo cosas que ellos hacían con nosotros, pero con las que no nos sentimos satisfechos, necesitaremos realizar un trabajo personal para poder convertir esos automatismos que no nos hacen sentir bien a nosotros o a nuestros hijos, en otras acciones con las que nos sintamos más satisfechos y consideremos que acompañan mejor a mis hijos e hijas.
¿Qué implica, entonces, ejercer de manera consciente nuestra paternidad o maternidad? No queremos llegar a la conclusión de que para ser padre o madre es necesario pensar y calcular todo para hacerlo bien, estar siempre en «modo zen» para no perder los papeles y dejar a un lado la espontaneidad. Nada más lejos de la realidad. Aunque es cierto que estos elementos puedan estar presentes durante el proceso de toma de conciencia, no debemos olvidar que el amor incondicional debe ser la base de nuestra relación con los hijos. Una vez que sabemos que eso está garantizado, necesitamos conocer qué elementos están influyendo en nuestro modo de actuar, comprender lo que está pasando y desarrollar nuevas herramientas para luego decidir qué hacer.
¿Y por dónde empezamos entonces? A continuación, se explica el camino que podemos recorrer si queremos ejercer una crianza consciente:
1. Punto de partida
No somos conscientes de nuestro estilo. Nos relacionamos con nuestros hijos e hijas de modo automático, como resultado de los modelos que hemos ido construyendo a lo largo de nuestra vida (como nos educaron a nosotros). Es posible que en ocasiones reflexionemos sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos, pero acabaremos dando explicaciones que zanjen nuestras dudas, tales como «conmigo lo hicieron así y no he salido tan mal», «siempre se ha hecho así», «antes era peor»… Nuestra mente no soporta la contradicción, por lo que intentará justificarla para eliminarla lo antes posible.
2. Primera parada
Comenzamos a tomar conciencia de cuáles son esos automatismos que utilizamos, analizamos y reflexionamos sobre nuestra propia infancia, cómo fuimos educados, qué espero de mí y qué esperan los demás, etc. Esto nos ayudará a comprender por qué actúo como actúo o por qué surgen determinadas emociones ante determinadas situaciones. Conocerme, y comprender cómo he ido forjando mi personalidad y mis patrones para afrontar las situaciones de la vida, me ayudará a identificar qué aspectos son los que están funcionando y cuáles son los que quiero mejorar. En esta fase, es frecuente encontrar muchas incoherencias entre lo que quiero hacer y lo que en realidad hago. Como hemos dicho antes, nuestra mente no soporta la contradicción y la incoherencia, por lo que intentará buscar salidas y justificar estas situaciones. Es normal sentir cierto malestar cuando sacamos a la luz todo esto, pero es necesario para poder tomar conciencia de la realidad y poder iniciar algún cambio. Las personas que nunca se plantean que lo que hacen no es lo que desean hacer, aunque se sientan profundamente insatisfechas con el resultado, nunca van a cambiar de estrategia.
3. Arrancando motores
Empezamos a incorporar cambios de manera consciente. Este es el momento más complicado porque requiere autocontrol y mucha presencia. En ocasiones, necesitaremos retirarnos para coger aire y poder pensar de manera clara qué queremos hacer o decir, dedicar más tiempo a explicar a nuestros hijos e hijas lo que esperamos de ellos y lo que esperan ellos de nosotros, a consensuar límites y, en definitiva, a mantener la conexión con ellos y recuperarla cuando la hemos perdido. Es posible que, al principio, esto les desconcierte y empeoren su conducta. Confía y mantente a su lado.
4. Vamos rodando
Notaremos que poco a poco, este «nuevo estilo» nos sale de manera más natural. Cada vez necesitaremos menos tiempo para decidir cómo actuar ante cada situación. Ellos aprenden también cómo funcionan las cosas ahora, saben qué esperar y reaccionan mejor.
5. Conectamos el piloto automático (a veces)
Volvemos a no ser conscientes de lo que hacemos, estos procesos conscientes ahora son automáticos, como al principio. Hemos cambiado nuestro estilo y manejamos muchas más herramientas que utilizamos sin pensar demasiado.
6. Paradas para descansar y reparar
¿Será siempre perfecto? Pues no, seguramente será siempre imperfecto. Nuestro objetivo es mejorar, no hacernos perfectos. ¿Y qué pasa si un día la situación me desborda y el estrés hace que vuelva a mis automatismos iniciales? Relájate, acepta que esto no nos pasará un día, nos pasará muchos. Pero ahora serás más consciente de ello y dispondrás de estrategias para recurar la conexión y reparar.
En el libro Emoprende en familia: una guía práctica de educación positiva y consciente (Rabanal y Peñafiel, 2021) proponemos un montón de ideas y herramientas para poder seguir desarrollando nuestras habilidades de crianza y disfrutar cada día más de nuestros hijos e hijas.
Este libro, publicado por Ediciones KHAF, puedes adquirirlo ya de manera online. En unos días estará disponible también en las librerías.
Rabanal, J.J. y Peñafiel, E. (2021). Emoprende en familia: una guía práctica de educación positiva y consciente. Ed. Khaf
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