Escuela y familia, la necesidad de trabajar conjuntamente
Comienza el nuevo curso académico y, con ello, la rutina diaria de cada uno de los miembros de la familia. Las familias regresan a sus quehaceres y jornadas laborales y los niños, niñas y jóvenes vuelven a sus centros educativos, donde, la jornada escolar, abarca la mayor parte de su tiempo diario.
En este sentido, podríamos citar la conocida frase de «La escuela es mi segunda casa, pero mi familia es mi primera escuela».
Escuela y familia presentan su propia independencia en su forma de hacer y, a la vez, son responsables de desempeñar unas acciones, con el objetivo de favorecer el desarrollo armónico de los más pequeños.
Por este motivo, desde Up!family consideramos la necesidad de colaborar de manera conjunta entre la familia, como primer agente socializador y el más importante en la primera infancia del niño, y la escuela, como segundo agente socializador.
En este sentido, recomendamos nuestro curso online Escuela y familia que demuestra que una buena relación entre escuela y familia es posible. Además, se destaca el hecho de que hay que adaptarse a los cambios y transformaciones que se están produciendo en las escuelas y en los sistemas de aprendizaje.
Escuela y familia, misión posible
La mejor manera de contribuir al desarrollo integral de los niños, niñas y jóvenes es trabajando simultáneamente familia-escuela. Para ello, es necesario establecer una buena comunicación, basada en el respeto mutuo, entre estos dos agentes socializadores del niño, de la niña y del joven.
La familia es el espacio donde nuestros hijos adquieren una serie de valores, competencias y modos relacionales que son fundamentales para una adecuada inserción social y la escuela debe de estar en sintonía con la labor de la familia. Por ello, cobra importancia la elección del centro educativo.
Una buena relación entre familia-escuela, facilitará, en los niños, las niñas y los jóvenes su desarrollo integral, global y armónico y favorecerá unos óptimos resultados, que repercutirán en el aumento de la autoestima, el rendimiento escolar y las capacidades actitudinales, ayudándoles, de este modo, a crecer emocionalmente sanos.
Si se logra establecer una buena relación entre familia y escuela se genera, también, una seguridad y motivación en la familia, lo que proporciona una sensación de acercamiento y proximidad, con la que se obtiene una actitud positiva hacia la escucha entre ambas partes.
Cuando la escuela involucra a las familias y las familias se involucran con la escuela, se crean unos lazos de comunicación no violenta, de apoyo y comprensión que genera, a su vez, una buena convivencia, en la que prima el respeto y en la que se mejora la relación padre-hijo-profesor-alumno.
En este ambiente de respeto, las familias sienten que forman parte del centro y serán capaces de colaborar felices en la educación de sus hijos e hijas, teniendo, a su vez, la seguridad y confianza de la ayuda que les presta, en todo momento, el centro educativo.
Gracias a esta buena conexión, las familias se identifican con el centro educativo, el plan de estudios avanza de manera progresiva y satisfactoria porque existe un objetivo común, que es el bienestar y el progreso de sus hijos e hijas.
Claves para una buena convivencia
Antes de desarrollar las claves, es necesario tener en cuenta la diversidad de las familias, las opiniones, los estilos y hábitos de crianza, así como las maneras de pensar. Cuando se desarrolla una relación cordial entre familia y escuela, se genera un clima de confianza y se establece una comunicación efectiva, que provoca que estos dos contextos se conviertan en comunidades de prácticas educativas compartidas.
Para educar a un niño, hace falta la tribu entera
Para establecer una buena convivencia entre familia-escuela estos son algunos consejos:
• Tener el mismo objetivo, así como el mismo principio que es el bienestar del niño.
• Establecer un canal de comunicación de manera conjunta y coordinada.
• Desarrollar una relación de confianza y ayuda para avanzar y progresar juntos.
• Pensar que estáis en el camino correcto: predisposición, escucha, colaboración, coordinación, convivencia, consenso, participación dinámica e implicación por ambas partes.
• Intentar tener una mayor cercanía, fraternidad, participación, escucha y educación en valores.
• Pensar que lo podemos hacer juntos, porque juntos llegaremos mucho más lejos y por lo tanto a mucha más profundidad. ALIADOS.
• Apoyar en las tareas que requiere organización, comprensión y ayuda.
No hay evolución sin ayuda.
• Confiar en el saber hacer profesional del centro.
• Entender la escuela en su conjunto.
• Reconocer a la familia como el primer educador y primer agente educativo.
• Creación del AMPTA. Su primera misión es compartir las ideas y aportaciones de todas las familias, para establecer un consenso entre el AMPTA y la escuela. Es clave la colaboración para convertir estos dos contextos en comunidades de prácticas educativas compartidas: escuela de padres.
• Respetarse mutuamente.
• Establecer una relación cordial y amistosa, para generar un clima de confianza entre ambos.
• Tener la constancia de formar parte del mismo equipo, remando todos hacia el mismo objetivo.
• Aprender a comunicarse de forma efectiva.
En definitiva, la clave más importante para trabajar la comunicación familia-escuela es enseñar a confiar a las familias en el saber hacer profesional del centro educativo y la escuela, por su parte, debe reconocer a la familia como primer educador del alumnado; se necesita el uno al otro y viceversa, para trabajar con el alumnado.
En todos mis años como tutora y equipo directivo no concibo una mejor manera de trabajar que involucrando de manera simultánea la familia y la escuela.
Como señala Carmen Guaita:
Cada curso escolar enmarca una verdadera oportunidad de diálogo entre los miembros de la comunidad educativa, cuyos fines son: conectar mejor las vidas de profesores y alumnos y permitir a las familias aportar y participar en la vida escolar.
Conclusión
El contacto de las familias con la escuela conlleva numerosos beneficios, tal y como hemos visto (Egido, 2015). Está demostrado que los padres que participan y colaboran con la escuela, tienen mejor relación con sus hijos e hijas, perciben mayor eficacia para cumplir su rol como padres y madres y están más contentos con la escuela.
Las escuelas, a su vez, obtienen mayor satisfacción al realizar su trabajo, poseen un mejor clima y tienen menos fracaso y abandono por parte de sus alumnos. A estos beneficios para los padres, las madres y las escuelas se añaden los derivados para los niños y las niñas, ya que los padres que se informan del comportamiento de sus hijos e hijas y tienen mayor contacto con los profesores, consiguen un mejor rendimiento académico y mayores niveles de autoestima y motivación hacia el aprendizaje.
Por ello, se puede decir que las escuelas de mayor éxito son aquellas en las que las familias participan y colaboran, implicándose en la educación de sus hijos.
No queremos terminar este post sin ofrecer una recomendación de lectura en esta línea. Se trata del libro Escuela y familia, misión imposible (27 maneras de implicar a las familias educativamente), coordinado por Francesc Nogales (premios Educa Abanca 2021-2022 al Mejor profesor de Primaria de España) y publicado por Ediciones KHAF; un libro considerado un auténtico best seller educativo que considera muy necesaria la participación de docentes, alumnado y familia en la educación.
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