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¿Puede emocionar la inteligencia artificial?

En la Semana de la Ciencia que estamos celebrando este mes de noviembre de 2019 , he tenido la enorme satisfacción de poder coordinar una mesa de expertos, entre los que se encontraban  Íñigo Guardamino, director de teatro de la obra Metálica; Francisco Soler, Artificial Intelligence Senior Manager en Accenture y Raúl Arrabales, Doctor en Inteligencia Artificial y psicólogo, y en la que hemos profundizado sobre la relación entre inteligencia artificial (IA) y las emociones.

Con la incorporación de datos emocionales, ya existen máquinas capaces de identificar emociones humanas a partir de la información que obtienen de las respuestas como la temperatura corporal, gestos de la cara, tamaño de la pupila, tono de voz, etc. A través del “machine learning” las máquinas pueden aprender de la emoción humana y ofrecer una respuesta deseada.

Pudimos comprender cómo la inteligencia artificial es capaz de identificar e incorporar datos emocionales de las personas, aprender de las emociones humanas y generar una determinada respuesta.

En la Semana de la Ciencia os damos unos ejemplos prácticos de inteligencia artificial

Algunos ejemplos de la aplicación práctica de la inteligencia artificial cuyo que se mencionaron en esta semana de la ciencia con el objetivo de involucrar activamente a los ciudadanos fueron:

  • Asistentes telefónicos virtuales: son capaces de “interactuar” en función de la respuesta emocional de la persona que llama.
  • Publicidad personalizada: existen libros digitales capaces de identificar las reacciones emocionales durante la lectura. Esto permite personalizar la publicidad de un determinado tipo de libro en función de las emociones del lector.
  • Robots acompañantes: en Japón algunos chicos y chicas usan robots para distraerse y pasar un rato agradable.
  • Diagnósticos clínicos como la alextimia: existen programas que diagnostican la alexitimia con un elevado porcentaje de acierto que pueden ser muy útiles para los profesionales de la evaluación clínica.
  • Detección temprana de potenciales víctimas de ciber acoso: a través de la evaluación emocional de las interacciones en las redes sociales se pueden llegar detectar comportamientos de ese tipo de acoso.

Conclusiones de la mesa

Además de mostrar algunas aplicaciones prácticas, las conclusiones de la mesa en la semana de la ciencia de debate más relevantes fueron:

  • La inteligencia artificial no es ni buena ni mala, depende de la utilización que se quiera hacer de ella por las personas.
  • El acceso de la inteligencia artificial al mundo emocional permite a las empresas y organizaciones ampliar el grado de conocimiento de las personas y sus emociones.
  • Así como el acceso a internet ya ha modificado nuestras vidas, parece que la inteligencia artificial también va a provocar cambios en casi todas las áreas una de ellas será para romper barreras de género y por supuesto, el área emocional.
  • Necesidad de tener un conocimiento de cómo funciona la inteligencia artificial en nuestras vidas para aprovechar las oportunidades y prevenir efectos no deseados.

De la inteligencia artificial a la emoción crítica

Ante este nuevo panorama, la psicología y más en concreto la formación en inteligencia emocional debe adaptar las competencias tradicionales al nuevo contexto. Así como hablamos de pensamiento crítico debemos comenzar a hablar de “emoción crítica”.

La emoción crítica consiste en ser crítico con las propias emociones para no dejarnos influenciar fácilmente por elementos externos que saben cómo nos sentimos. Para desarrollar la emoción crítica se tornan indispensables la detección y autoconocimiento emocional. Otra de las competencias que debemos desarrollar es la regulación de emociones para no dejarnos llevar por el impulso a la hora de comprar o hacernos una idea equivocada de cualquier suceso. Estaremos en contacto con robots que pueden funcionar de una manera previsible, por eso debemos prestar más atención a la competencia empática para aceptar las imperfecciones provocadas por las emociones y la no inmediatez de las respuestas humanas.

A su vez, la inteligencia artificial puede ser un complemento muy interesante para diagnósticos y tratamientos psicológicos que no debemos minusvalorar.

La pregunta que se nos plantea ante esta revolución digital que provoca la inteligencia artificial es ¿Cómo podemos seguir sacando el máximo provecho de la inteligencia artificial para siga mejorando nuestras vidas? ¿Seremos capaces de hacer frente a todos los desafíos que nos presenta?

Desde el punto de vista educativo, el ámbito familiar no debe quedar al margen de la educación para el conocimiento y uso de la inteligencia artificial.

No se trata de ser expertos pero sí es necesario educar y ayudar a nuestros hijos ante este nuevo panorama.

¿Cómo afrontar este nuevo reto?

Para afrontar este nuevo reto proponemos:

 

  • Adquirir conocimientos básicos sobre el funcionamiento de la inteligencia artificial y cómo puede afectarnos en la vida diaria.
  • Mostrar una actitud optimista y a la vez crítica ante el mal uso de la tecnología.
  • Enseñar a los niños que la interacción con máquinas puede facilitarnos mucho la vida, pero no debe ser un sustituto de las relaciones humanas.
  • Aprender a distinguir “pseudoemociones” generadas por máquinas de las emociones humanas.
  • Fomentar contactos cara a cara y enseñarles a tolerar las respuestas no inmediatas y con errores de las personas.

La visión tradicional de la relación con la tecnología y la innovación va más allá de estar conectado a internet

Ya interactuamos con máquinas como el GPS o neveras inteligentes y cada vez vamos a estar más conectados a objetos que nos acompañarán en nuestra rutina del día a día.

Como en todos los cambios que se han producido hasta el momento y que nos genera cierta incertidumbre con respecto a su impacto en nuestro futuro,  lo cierto es que la evolución de las tecnologías de inteligencia artificial ya aporta innumerables beneficios a nuestras vidas y a los sectores más importantes de la sociedad.

Por eso, tenemos que aprender a aprovechar todas las oportunidades que nos ofrece , conociendo los riesgos que conlleva, sin caer en los extremos de fatalismo ni en la ingenuidad de pensar que todo lo tecnológico es bueno. Es decir, haciendo un buen uso de la tecnología.

Colaborador de la Universidad de padres. Psicólogo especialista en preadolescencia y adolescencia. Tiene consulta privada y trabaja como orientador en colegios de Madrid.

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